Si mis manos se miraran, se querrían mucho más
se darían un besito y saldrían a pasear.
Pero una de mis manos yo no sé que le pasó,
de repente dio un salto
y a la otra le pegó.
Se pegaron mucho rato hasta que una se cansó,
y tumándose en el suelo
dormidita se quedó.
Y la otra arrepentida
a su amiga acarició,
prometió no hacerlo nunca
y se abrazaron un montón.
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